viernes, 9 de octubre de 2009

Prensa monopólica: tortura sofisticada.

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TN Y CLARIN dirían que Oscar wilde era también un pinguino o un 'K', como asumieron la voz de personas que ya no están entre nosotos diciendo que estarían en contra de la ley de radiodifusion y servicios audiovisuales.

Fragmento de «El alma del hombre bajo el socialismo» de Oscar Wilde, SIGLO XIX.

"(...)En realidad, hay mucho más para decir a favor de la fuerza física del público que a favor de la Opinión Pública. La primera puede ser buena. La segunda es tonta. Con frecuencia se dice que la fuerza no es argumento. Eso sin embargo depende enteramente de lo que uno quiera probar. Muchos de los más importantes problemas de los últimos siglos, tales como la continuación del gobierno personal en Inglaterra o del Feudalismo en Francia, fueron enteramente resultado de la fuerza física. La misma violencia de una revolución puede hacer, por un momento, grande y espléndido al público. Fue un día fatal aquel en que el público descubrió que la pluma es más poderosa que el adoquín y puede hacerse tan ofensiva como un ladrillo. De inmediato buscaron al periodista, lo encontraron, lo desarrollaron e hicieron de él un industrioso y bien pagado sirviente. Es muy lamentable, para ambas partes. Detrás de la barricada puede haber mucha nobleza y heroísmo. Pero, ¿qué hay detrás del artículo de fondo sino prejuicio, estupidez, hipocresía y disparate? y cuando estos cuatro se unen constituyen una fuerza terrible y se transforman en la nueva autoridad.
Antiguamente existía la tortura. Ahora tienen la prensa. Ciertamente esto constituye un adelanto. Pero todavía el medio es malo, equivocado y desmoralizador. Alguien -¿fue Burke?- llamó al Periodismo el cuarto estado. Eso sin duda era cierto en ese momento.
Pero en el presente es el único estado. Se ha comido a los otros tres. Los Señores
Temporales no dicen nada, los Señores Espirituales no tienen nada que decir; y la Casa de los Comunes no tiene nada que decir y lo dice. Estamos dominados por el Periodismo. En Norteamérica, el Presidente reina por cuatro años, y el Periodismo gobierna por siempre jamás. Por suerte, en Norteamérica el Periodismo ha llevado su autoridad a los extremos más burdos y brutales y como consecuencia natural, ha comenzado a crear un espíritu de rebelión. A la gente le divierte, o le disgusta, de acuerdo a su temperamento. Pero ya no es más la fuerza que era. No se la considera seriamente. El Periodismo en Inglaterra, exceptuando algunos pocos ejemplos conocidos, como no ha sido llevado a tales extremos de brutalidad, es todavía un gran factor, un poder realmente importante.
Considero verdaderamente extraordinaria la tiranía que se propone ejercer sobre las vidas privadas de la gente. El hecho es que el público tiene una curiosidad insaciable por conocer todo, excepto aquello que vale la pena conocer. El Periodismo, consciente de esto y con sus hábitos comerciales, satisface sus demandas. En siglos anteriores al nuestro, el público clavaba a los periodistas por las orejas en la picota. Eso era terrible. En este siglo, los periodistas han clavado sus propias orejas en los agujeros de la cerradura.
Eso es aun peor. Y lo que agrava esta desgracia es que los periodistas más culpables no son los periodistas divertidos que escriben para los llamados periódicos de sociedad. El daño lo hacen los periodistas serios, reflexivos, sinceros, quienes solemnemente, como lo están haciendo actualmente, mostrarán ante los ojos del público algún incidente de la vida privada de un gran estadista, de algún líder del pensamiento político, ya que se trata de un creador de fuerza política, e invitan al público a discutir el incidente, a ejercer su autoridad sobre el asunto, dar su punto de vista, y no solamente dar su punto de vista sino también llevarlo a la acción, imponiendo sus ideas sobre otros puntos al hombre, a su partido, al país; en otras palabras, se hacen ridículos, ofensivos y dañinos. Las vidas privadas de los
hombres y las mujeres no debieran contarse en público. El público no tiene
absolutamente nada que ver con ellos.
(...)La opinión pública inglesa trata de constreñir y obstaculizar al hombre que hace cosas que son hermosas y obliga al periodista a detallar cosas que son feas, desagradables o asqueantes, de modo que tenemos los más serios periodistas del mundo y los periódicos más indecentes. No es exagerado hablar de compulsión.
Posiblemente existan periodistas que encuentran placer en publicar cosas horribles, o
quienes, siendo pobres, buscan escándalos como fuente permanente de ingresos. Pero
existen otros periodistas, estoy seguro, hombres de educación y cultivados, a quienes
realmente disgusta publicar estas cosas, que saben que está incorrecto hacerlo, (...) y no me cabe duda que la mayoría de ellos lo siente intensamente."

1 comentario:

[tierrayLibertad] dijo...

a mi me dijeron que era K cuando hablé mal de los del campo.
recién me entero que la voté a Cristina y anteriormente a Nestor.
Pero en fin. Si ser K equivale a pensar e interpretar la info que nos dan.
me bautizo hoy como pinguino.

la libertad molesta siempre a los mismos.